«Vigilancia permanente» de Edward Snowden

Edward Snowden es un exagente de la CIA que hoy se encuentra asilado en Rusia tras haber revelado información sustancial sobre el sistema de vigilancia de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos. La traducción al español de este libro fue hecha por Esther Cruz y publicada por la editorial Planeta en Barcelona. Vigilancia permanente es, a mi juicio, un libro de lectura obligada porque da cuenta de lo que hizo Edward Snowden, sus motivos para hacerlo y la manera en que todo eso nos afecta. Créanlo o no, las consecuencias de sus actos han sido determinantes para la manera en que nos relacionamos todas las personas que utilizamos Internet en nuestra vida cotidiana.

            Al comienzo del libro, Snowden reflexiona sobre los motivos que lo llevaron a hacer pública una información que era considerada un secreto de Estado. Intentó buscar la manera de manifestar sus preocupaciones sobre el mal uso que se le estaba dando a la información que el gobierno de Estados Unidos recolectaba sin el conocimiento de los ciudadanos, pues el gobierno de ese país se ha dedicado desde hace años a espiar a sus ciudadanos, recolectar información y, llegado el momento, utilizar esta misma información en su contra. Todo eso es ilegal, pues para poder espiar a una persona se requiere de una orden emitida por un juez, quien a su vez debe convencerse de que hay un motivo más que fundamentado para ello.

            Pero Snowden no tenía cómo hablar del asunto hacerlo sin que eso significara que lo apresaran de inmediato. “¿A quién podía recurrir?”, se preguntaba Snowden. “¿Con quién podía hablar? Aunque fuera para comentar la verdad en voz baja, incluso con algún abogado o un juez o un miembro del Congreso era imposible, pues el tema se había convertido en un delito tan grave que solo una descripción básica de los hechos podría haber significado una condena de por vida en una prisión federal”, dice Edward Snowden. Y es que él conocía muy bien cómo opera el sistema de justicia de su país porque trabajó para él por varios años. No solo eso: durante mucho tiempo, Snowden estuvo convencido de las justificaciones de que se ha valido el gobierno norteamericano para cometer todo tipo de atropellos (la cárcel de Guantánamo, el bloqueo económico a Cuba, invasiones como las de Irak o Afganistán, solo por mencionar algunas). Sin embargo –y he aquí una de las peculiaridades de Snowden que conviene subrayar– siempre tuvo un alto nivel de autocrítica.

“El 12 de septiembre fue el primer día de una nueva era”, dice Snowden, “fue el primer día de una nueva era que Estados Unidos enfrentó con una resolución unificada, fortalecida por un sentido revivido de patriotismo y la buena voluntad y compasión del mundo. Ahora que lo pienso, mi país podría haber hecho mucho con esta oportunidad. Podría haber tratado el terrorismo no como el fenómeno teológico que pretendía ser, sino como el crimen que era. Podría haber utilizado este extraño momento de solidaridad para reforzar los valores democráticos y cultivar la resiliencia en un público global ahora conectado, pero en lugar de eso inició una guerra”. Y páginas más adelante, Snowden añade:

“El terrorismo, por supuesto, fue la razón por la cual se implementó la mayoría de los programas de vigilancia de mi país, en un momento de gran temor y oportunismo. Pero resultó que el miedo era el verdadero terrorismo, perpetrado por un sistema político que estaba cada vez más dispuesto a usar prácticamente cualquier justificación para autorizar el uso de la fuerza. Los políticos estadounidenses no tenían tanto miedo al terror como a parecer débiles, o ser desleales a su partido, o a sus donantes de campañas, que tenían un gran apetito por los contratos gubernamentales y los productos derivados del petróleo de Medio Oriente. La política del terror se volvió más poderosa que el terror en sí mismo, lo que resultó en un ‘contraterrorismo’: las acciones de pánico de un país incomparable en capacidad, sin restricciones políticas y descaradamente preocupado por defender el estado de derecho. Después del 11 de septiembre, las órdenes de la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos habían sido: ‘nunca más’, una misión que nunca podría cumplirse”.

            ¿Cuántos de nosotros hemos podido cambiar de opinión en asuntos realmente importantes a través de reflexiones provocadas por la lectura, el diálogo o la observación detenida de ciertos fenómenos? Y es que cultivar y mantener un sentido de autocrítica no es algo sencillo. Como el propio Snowden afirma: “Aprendemos a hablar imitando el discurso de los adultos que nos rodean, y en el proceso de ese aprendizaje, también acabamos por imitar sus opiniones, hasta que nos engañamos a nosotros mismos al pensar que las palabras que estamos usando son nuestras”.

            Vigilancia permanente es un libro audaz, inteligente y con una variedad de registros que ya quisiera lograr más de un novelista premiado. En el libro hay momentos de enorme suspenso y de empatía con el lector. Y en el centro de la narración está la ética (tácita o implícitamente); en particular la ética vinculada a nuestro derecho a la privacidad. Al respecto, Snowden hace una observación pertinente: “‘Privacidad’ significa algo distinto para todos”, afirma. “Debido a esta falta de definición común, los ciudadanos de democracias pluralistas y tecnológicamente sofisticadas sienten que tienen que justificar su deseo de tener privacidad y enmarcarlo como un derecho. Pero los ciudadanos de las democracias no tienen que justificar ese deseo; el Estado, en cambio, debe justificar su violación. Si uno se niega a reclamar su privacidad, la está cediendo, ya sea a un Estado que transgrede sus restricciones constitucionales o a un negocio ‘privado’”.

            Uno de los momentos clave del libro es cuando Snowden, a través del programa de espionaje cibernético que él mismo ha contribuido a construir, observa a un hombre con su bebé. Esto le hace recordar a su propio padre y su relación con él; es un momento que despierta la empatía con el lector. Leo un fragmento de esa escena: “[El hombre] estaba sentado frente a su computadora, como yo estaba sentado frente a la mía. Excepto que en su regazo tenía un niño pequeño, un niño con pañal. El padre intentaba leer algo, pero el niño seguía moviéndose, golpeando las teclas y riéndose. El micrófono interno de la computadora captó su risa y allí estaba yo, escuchándolo en mis audífonos. El padre abrazó al niño con más fuerza, y el niño se enderezó y miró directamente a la cámara de la computadora con sus ojos negros cada vez más grandes. No podía escaparme de la sensación que me provocaba su mirada directa. De repente me di cuenta de que había estado conteniendo el aliento. Cerré la sesión, me levanté de la computadora y salí de la oficina para ir al baño en el pasillo, con la cabeza baja y los audífonos aún con el cable conectado. Ese niño y su padre me recordaron a mí y a mi propio padre, con quien me quedé de ver para cenar una noche durante mi estadía en Fort Meade. No lo había visto en mucho tiempo, pero allí, durante la cena, entre bocados de ensalada César y una limonada pensé: nunca volveré a ver a mi familia. Tenía los ojos secos, me controlé lo más que pude, pero por dentro estaba devastado. Sabía que si le contaba a mi padre lo que estaba a punto de hacer, llamaría a la policía. O de lo contrario me habría tachado de loco y me habría enviado a un hospital psiquiátrico. Él habría hecho cualquier cosa que pensara que tenía que hacer para evitar que cometiera un error tan grave. Solo me quedaba esperar que con el tiempo, su dolor se atenuara al sentirse orgulloso de mí”.

            Hacia el final del libro, mientras Snowden da cuenta de todo lo que tuvo que hacer para contactar a los periodistas a quienes les entregaría la información que había copiado de las bases de datos de la CIA, le cede la voz a Lindsey Mills, su novia, quien fue acosada por la CIA para tratar de extraerle información sobre el paradero de Snowden una vez que supieron que este había huido (información que ella ignoraba). Mills transcribe algunos fragmentos de su diario y nos comparte su perspectiva de esta historia. Su participación le confiere al libro un carácter todavía más íntimo y nos ayuda a comprender mejor la dimensión de los actos de Snowden, así como de sus motivaciones.

             “¿Quién de nosotros puede predecir el futuro?”, se pregunta Edward Snowden. “¿Quién se atrevería? La respuesta a la primera pregunta es nadie, en realidad, y la respuesta a la segunda es todos, especialmente todos los gobiernos y empresas del planeta. Para eso utilizan nuestros datos. Los algoritmos analizan en busca de patrones de comportamiento establecidos para extrapolar los comportamientos por venir, un tipo de profecía digital que es tan solo un poco más precisa que los métodos analógicos como la lectura de la palma de la mano. Una vez que profundiza en los mecanismos técnicos reales por los que se calcula la previsibilidad, se llega a comprender que su ciencia es, de hecho, anticientífica […] La previsibilidad es en realidad manipulación. Un sitio web que te dice que porque te gustó este libro también te pueden gustar los libros de James Clapper o Michael Hayden no ofrece una conjetura informada sino un mecanismo de coerción sutil”.

            Snowden nos recuerda algo tan obvio que a menudo pasamos por alto: el futuro depende de nuestras acciones presentes. No es inevitable. La autocrítica, la valentía y una dosis de sacrificio son necesarias para hacer frente a un Estado y a un grupo de empresas que se empeñan en manipularnos para ejercer todo el control posible sobre nuestras decisiones; que se empeñan en hacernos dependientes de sus productos. Está en nosotros no permitirlo.

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La tragedia de Julio César es de todos

En 2017 salió publicada en la revista Casa del tiempo un texto que escribí sobre la obra Julio César de Shakespeare.

Da click en el siguiente link para descargar el PDF:

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La vida después de Johnson

En 2012 escribí para la revista Casa del tiempo esta reseña sobre La vida de Samuel Johnson (1791) escrita por James Boswell, compañero y biógrafo de Johnson. El estilo de Boswell ha sido un referente en la literatura en lengua inglesa durante los siglos XIX y XX.

Aquí puedes descargar la reseña:

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«San Salvador»

“San Salvador”[1]

[1] „San Salvador“, from: Peter Bichsel, Eigentlich möchte Frau Blum den Milchmann kennenlernen. 21 Geschichten. © Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main 1993. All rights with and controlled through Suhrkamp Verlag Berlin.

de Peter Bichsel
Traducción de Gerardo Piña

(El texto fuente está al final de la traducción)

Se había comprado una pluma fuente.

Después de trazar varias veces en una hoja su firma, sus iniciales, su dirección, algunas líneas onduladas y la dirección de sus padres, tomó una hoja nueva, la dobló con cuidado y escribió: “Aquí hace mucho frío para mí”, después añadió: “Me voy a Sudamérica”. Luego se detuvo, enroscó la tapa de la pluma, observó la hoja, vio cómo la tinta se secaba y oscurecía (en la papelería le habían garantizado que al secarse se tornaría negra), después volvió a tomar la pluma y puso Paul, su nombre, con gran amplitud.

Luego se sentó allí.

Más tarde, ordenó los periódicos que estaban sobre la mesa, ojeó la cartelera, pensó en algo, puso el cenicero a un lado, rompió la hoja con las líneas onduladas, vació su pluma y la rellenó. Ya era muy tarde para la función del cine.

El ensayo del coro de la iglesia terminaba a las nueve, Hildegard estaría de vuelta a las nueve y media. La estaba esperando. A toda la música de la radio. Entonces apagó el radio.

Sobre la mesa, en el centro de la mesa, estaba solamente la hoja doblada en la que estaba escrito Paul, su nombre, con una tinta entre negro y azul.

“Aquí hace mucho frío para mí”, decía el texto.

Así que Hildegard volvería a casa a las nueve y media. Ya eran las nueve en punto. Ella leería su mensaje, se asustaría, probablemente no creería en eso de Sudamérica, pero aún así contaría las camisas en la caja, algo debería de suceder. Ella llamaría a “Los leones”.

“Los leones” está cerrado los miércoles.

Ella sonreiría y se desesperaría y se resignaría, tal vez.

Se apartaría el cabello de la cara varias veces, se pasaría el dedo anular de la mano izquierda por ambos lados de la sien y luego se desabrocharía el abrigo lentamente.

Entonces se sentó allí, reflexionando, preguntándose a quién podría escribirle una carta, leyó las instrucciones de la pluma fuente una vez más; decía que había que girarla ligeramente hacia la derecha, leyó también el texto en francés, comparó el texto en inglés con el alemán, miró otra vez su hoja, pensó en palmeras, pensó en Hildegard.

Se sentó allí.

A las nueve y media llegó Hildegard a casa y preguntó: “¿Están dormidos los niños?” Se apartó el cabello de la cara.

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San Salvador

Er hatte sich eine Füllfeder gekauft.

Nachdem er mehrmals seine Unterschrift, dann seine Initialen, seine Adresse, einige Wellenlinien, dann die Adresse seiner Eltern auf ein Blatt gezeichnet hatte, nahm er einen neuen Bogen, faltete ihn sorgfältig und schrieb:„Mir ist es hier zu kalt“, dann „ich gehe nach Südamerika“, dann hielt er inne, schraubte die Kappe auf die Feder, betrachtete den Bogen und sah, wie die Tinte eintrocknete und dunkel wurde (in der Papeterie garantierte man, daß sie schwarz werde), dann nahm er seine Feder erneut zur Hand und setzte noch großzügig seinen Namen Paul darunter.

Dann saß er da.

Später räumte er die Zeitungen vom Tisch, überflog dabei die Kinoinserate, dachte an irgend etwas, schob den Aschenbecher beiseite, zerriß den Zettel mit den Wellenlinien, entleerte seine Feder und füllte sie wieder. Für die Kinovorstellung war es jetzt zu spät.

Die Probe des Kirchenchores dauert bis neun Uhr, um halb zehn würde Hildegard zurück sein. Er wartete auf Hildegard. Zu all dem Musik aus dem Radio. Jetzt drehte er das Radio ab.

Auf dem Tisch, mitten auf dem Tisch, lag nun der gefaltete Bogen, darauf stand in blauschwarzer Schrift sein Name Paul.

„Mir ist es hier zu kalt“, stand auch darauf.

Nun würde also Hildegard heimkommen, um halb zehn. Es war jetzt neun Uhr. Sie läse seine Mitteilung, erschräke dabei, glaubte wohl das mit Südamerika nicht, würde dennoch die Hemden im Kasten zählen, etwas müßte ja geschehen sein.

Sie würde in den „Löwen“ telefonieren.

Der „Löwen“ ist mittwochs geschlossen.

Sie würde lächeln und verzweifeln und sich damit abfinden, vielleicht.

Sie würde sich mehrmals die Haare aus dem Gesicht streichen, mit dem Ringfinger der linken Hand beidseitig der Schläfe entlang fahren, dann langsam den Mantel aufknöpfen.

Dann saß er da, überlegte, wem er einen Brief schreiben könnte, las die Gebrauchsanweisung für den Füller noch einmal – leicht nach rechts drehen – las auch den französischen Text, verglich den englischen mit dem deutschen, sah wieder seinen Zettel, dachte an Palmen, dachte an Hildegard.

Saß da.

Und um halb zehn kam Hildegard und fragte:„Schlafen die Kinder?“. Sie strich sich die Haare aus dem Gesicht.

5 poemas de Paul Celan

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1

Der Sand aus den Urnen

Schimmelgrün ist das Haus des Vergessens.

Vor jedem der wehenden Tore blaut dein enthaupteter Spielmann.

Er schlägt dir die Trommel aus Moos und bitterem Schamhaar;

mit schwärender Zehe malt er im Sand deine Braue.

Länger zeichnet er sie als sie war, und das Rot deiner Lippe.

Du füllst hier die Urnen und speisest dein Herz.

1

La arena de las urnas

Verde moho es la casa del olvido.

Tu músico decapitado azulea frente a cada una de las puertas ondeantes.

Toca para ti el tambor de musgo y de amargo vello púbico;

con el dedo del pie lleno de llagas dibuja tu ceja en la arena.

La dibuja más larga de lo que era, y el rojo de tu labio.

Llenas aquí las urnas y alimentas tu corazón.

2

Lob der Ferne

Im Quell deiner Augen

leben die Garne der Fischer der Irrsee.

Im Quell deiner Augen

hält das Meer sein Versprechen.

Hier werf ich,

ein Herz, das geweilt unter Menschen,

die Kleider von mir und den Glanz eines Schwures:

Schwärzer im Schwarz, bin ich nackter.

Abtrünnig erst bin ich treu.

Ich bin du, wenn ich ich bin.

Im Quell deiner Augen

treib ich und träume von Raub.

Ein Garn fing ein Garn ein:

wir scheiden umschlungen.

Im Quell deiner Augen

erwürgt ein Gehenkter den Strang.

 

2

Elogio de la distancia

En la fuente de tus ojos

viven las redes de los pescadores del mar del extravío.

En la fuente de tus ojos

mantiene el mar su promesa.

Aquí lanzo yo

un corazón que estuvo entre la gente,

mi ropa y el brillo de un juramento:

Más negro en la negrura estoy aún más desnudo.

Soy leal solo cuando soy disidente.

Soy tú cuando soy yo.

En la fuente de tus ojos

voy a la deriva y sueño con un rapto.

Una red atrapó una red:

nos separamos estrechamente abrazados.

En la fuente de tus ojos

un ahorcado estrangula la cuerda.

3

Corona

Aus der Hand frißt der Herbst mir sein Blatt: wir sind Freunde.

Wir schälen die Zeit aus den Nüssen und lehren sie gehn:

die Zeit kehrt zurück in die Schale.

Im Spiegel ist Sonntag,

im Traum wird geschlafen,

der Mund redet wahr.

Mein Aug steigt hinab zum Geschlecht der Geliebten:

wir sehen uns an,

wir sagen uns Dunkles,

wir lieben einander wie Mohn und Gedächtnis,

wir schlafen wie Wein in den Muscheln,

wie das Meer im Blutstrahl des Mondes.

Wir stehen umschlungen im Fenster, sie sehen uns zu von der Straße:

es ist Zeit, daß man weiß!

Es ist Zeit, daß der Stein sich zu blühen bequemt,

daß der Unrast ein Herz schlägt.

Es ist Zeit, das es Zeit wird.

Es ist Zeit.

 

 

3

Corona

El otoño come de mi mano su hoja: somos amigos.

Pelamos el tiempo de las nueces y le enseñamos a partir:

y el tiempo vuelve hacia la cáscara.

En el espejo es domingo,

en el sueño alguien duerme,

la boca dice la verdad.

Mi mirada desciende hasta el sexo de mi amante:

nos miramos,

nos decimos la oscuridad,

nos amamos como memoria y amapola,

nos dormimos como el vino en las conchas,

como el mar en el rayo de sangre de la luna.

Nos quedamos abrazados en la ventana y ellos nos miran desde la calle:

¡ya es tiempo de que se sepa!

ya es tiempo de que la piedra se digne a florecer,

de que a la inquietud le toque un corazón.

Ya es tiempo de que sea tiempo.

Ya es tiempo.

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4

Todesfuge

Schwarze Milch der Frühe wir trinken sie abends

wir trinken sie mittags und morgens wir trinken sie nachts

wir trinken und trinken

wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng

Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der

schreibt der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete

er schreibt es und tritt vor das Haus und es blitzen die Sterne er pfeift seine Rüden herbei

er pfeift seine Juden hervor läßt schaufeln ein Grab in der Erde

er befiehlt uns spielt nun zum Tanz

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts

wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends

wir trinken und trinken

Ein Mann wohnt im Haus und spielt mit den Schlangen der schreibt

der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete

Dein aschenes Haar Sulamith wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng

Er ruft stecht tiefer ins Erdreich ihr einen ihr anderen singet und spielt

er greift nach dem Eisen im Gurt er schwingts seine Augen sind blau

stecht tiefer die Spaten ihr einen ihr andern spielt weiter zum Tanz auf

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts

wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends

wir trinken und trinken

ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete

dein aschenes Haar Sulamith er spielt mit den Schlangen

Er ruft spielt süßer den Tod der Tod ist ein Meister aus Deutschland

er ruft streicht dunkler die Geigen dann steigt ihr als Rauch in die Luft

dann habt ihr ein Grab in den Wolken da liegt man nicht eng

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts

wir trinken dich mittags der Tod ist ein Meister aus Deutschland

wir trinken dich abends und morgens wir trinken und trinken

der Tod ist ein Meister aus Deutschland sein Auge ist blau

er trifft dich mit bleierner Kugel er trifft dich genau

ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete

er hetzt seine Rüden auf uns er schenkt uns ein Grab in der Luft

er spielt mit den Schlangen und träumet der Tod ist ein Meister aus Deutschland

dein goldenes Haar Margarete

dein aschenes Haar Sulamith

 

4

Fuga de la muerte

Leche negra de la mañana, la bebemos por la tarde

la bebemos al mediodía y por la mañana, la bebemos en la noche

bebemos y bebemos

cavamos una tumba en el aire para que uno no esté apretado

Un hombre vive en casa, juega con las serpientes escribe

escribe cuando hacia Alemania oscurece tu cabello dorado, Margarete

escribe eso y se sale de la casa y brillan las estrellas él les silba a sus perros para que vengan

él les silba a sus judíos para que salgan los deja cavar una tumba en la tierra

nos ordena que toquemos para bailar

Leche negra de la mañana te bebemos por la noche

te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos en la tarde

bebemos y bebemos

Un hombre vive en casa y juega con las serpientes escribe

escribe cuando hacia Alemania oscurece tu cabellos dorados, Margarete

Tu cabello de cenizas Sulamita cavamos una tumba en el aire para que no estés apretada

Él grita ustedes caven más profundo en la tierra y ustedes, los de allá, canten y bailen

él busca el hierro en el cinturón y lo blande sus ojos son azules

ustedes, claven más hondo las palas ustedes, los de allá, toquen música para bailar

Leche negra de la mañana, te bebemos por la noche

te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos en la tarde

bebemos y bebemos

Un hombre vive en casa tu cabello dorado Margarete

tu cabello de cenizas Sulamita él juega con las serpientes

Grita toquen la música de la muerte con más dulzura la muerte es un maestro de Alemania

Grita toquen los violines con más oscuridad y luego esfúmense como humo en el aire

Entonces tendrán una tumba en las nubes para que no estén apretados

Leche negra de la mañana, te bebemos por la noche

te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania

te bebemos por las tardes y por las mañanas bebemos y bebemos

la muerte es un maestro de Alemania su ojo es azul

te atina con una bala de plomo te atina con precisión

un hombre vive en casa tu cabello dorado Margarete

él azuza sus perros contra nosotros él nos regala una tumba en el aire

él juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro de Alemania

tu cabello dorado Margarete

tu cabello de cenizas Sulamita

5

Wer sein Herz

Wer sein Herz aus der Brust reißt zur Nacht, der langt nach der Rose.

Sein ist ihr Blatt und ihr Dorn,

ihm legt sie das Licht auf den Teller,

ihm füllt sie die Gläser mit Hauch,

ihm rauschen die Schatten der Liebe.

Wer sein Herz aus der Brust reißt zur Nacht und schleudert es hoch:

der trifft nicht fehl,

der steinigt den Stein,

dem läutet das Blut aus der Uhr,

dem schlägt seine Stunde die Zeit aus der Hand:

er darf spielen mit schöneren Bällen

und reden von dir und von mir.

5

Quien el corazón

Quien se arranca el corazón del pecho en la noche, alcanza la rosa.

Suyas son su hoja y espina,

a él le pone la luz sobre el plato,

a él le llena las copas de aliento,

a él se apresuran las sombras del amor.

Quien se arranca el corazón del pecho en la noche y lo lanza muy alto:

ese da justo en el blanco,

ese apedrea la piedra,

a ese le suena la sangre en el reloj,

a ese le marca la hora el tiempo de la mano,

a ese se le permite jugar con pelotas más bonitas

y hablar de ti y de mí.

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5 poemas de Bertolt Brecht

5 poemas de Bertolt Brecht

5 poemas de Bertolt Brecht

Traducción de Gerardo Piña (publicados con permiso de la editorial Suhrkamp)

I

Alljährlich im September, wenn die Schulzeit beginnt

Stehen in den Vorstädten die Weiber in den Papiergeschäften

Und kaufen die Schulbücher und Schreibhefte für ihre Kinder.

Verzweifelt fischen sie ihre letzten Pfennige

Aus den abgegriffenen Beutelchen, jammernd

Daβ das Wissen so teuer ist. Dabei ahnen sie nicht

Wie schlecht das Wissen ist, das für ihre

Kinder bestimmt wird.

Todos los años, en septiembre, cuando el ciclo escolar empieza,

las mujeres de los arrabales van a las papelerías

y compran los libros de texto y los cuadernos para sus hijos.

Desesperadas pescan sus últimos centavos

en los monederos manoseados, y se quejan de

que el conocimiento sea tan caro. Aunque no sospechan

cuán malo es el conocimiento que está destinado

para sus hijos.

II

Dauerten wir unendlich

So wandelte sich alles

Da wir aber endlich sind

Bleibt vieles beim alten.

Si fuéramos infinitos

todo cambiaría,

pero, ni hablar, somos finitos

y muchas cosas permanecen sin cambio.

III

Und ich dachte immer: die allereinfachsten Worte

Müssen genügen. Wenn ich sage, was ist

Muβ jedem das Herz zerfleischt sein.

Daβ du untergehst, wenn du dich nicht wehrst

Das wirst du doch einsehen.

Y yo siempre pensaba: las palabras más sencillas

deben bastar. Cuando digo lo que es

debería destrozársele a cualquiera el corazón.

Que te hundes si no te defiendes

es algo que bien o mal comprenderás.

IV

Der nützliche ist immer in Gefahr

Allzu viele brauchen ihn.

Wohl ihm, der der Gefahr entrinnt

Nützlich bleibend.

Quien es útil siempre está en peligro

de que muchos, demasiados, lo necesiten.

Dichoso aquel que escapa de ese peligro

y no deja de ser útil.

V

Ihr jungen Leute kommender Zeiten und

Neuer Morgenröten über Städten, die

Noch nicht gebaut sind, auch

Ungeborene ihr, vernehmt

Meine Stimme jetzt, der ich gestorben bin

Und nicht ruhmvoll.

Sondern

Wie ein Bauer, der sein Feld nicht bestellt hat, und

Wie ein Zimmermann, der faul weggelaufen ist

Vom offenen Dachstuhl.

So habe ich

Meine Zeit versäumt, meine Tage verschwendet und nun

Muβ ich euch bitten

All das nicht Gesagte zu sagen

All das nicht Getane zu tun und mich

Schnell zu vergessen, ich bitt euch, damit nicht

Mein schlechtes Beispiel auch euch noch verführe.

Ach, warum saβ ich doch

Am Tisch der Unfruchtbaren, mitessend das Mahl

Das sie nicht bereitet hatten?

Ach, warum mischte ich

Meine besten Worte in ihr

Müβiges Geschwätz? Aber drauβen

Gingen die Unbelehrten

Dürstend nach Belehrung.

Ach, warum

Steigen meine Lieder nicht auf von den Orten, wo

Die Städte genährt werden, dort, wo sie Schiffe bauen, warum

Steigen sie nicht aus den schnell fahrenden

Lokomotiven der Züge wie Rauch, der

Im Himmel zurückbleibt?

Weil meine Rede

Den Nützlichen und Schaffenden

Wie Asche im Mund ist und trunknes Gestammel.

Nicht ein Wort

Weiβ ich für euch, ihr Geschlechter kommender Zeiten

Nicht einen Hinweis mit unsicherem Finger

Könnt ich euch geben, denn wie

Könnte den Weg weisen, der

Ihn nicht gegangen ist!

Also verbleibt mir, der ich mein Leben

So vergaudet habe, nur, euch aufzufordern

Kein Gebot zu achten, das aus unserem

Faulen Maule kommt, und keinen

Rat entgegenzunehmen von denen, die

So versagt haben, sondern

Nur aus euch heraus zu bestimmen, was euch

Gut ist und euch

Hilft, das Land zu bebauen, das wir verfallen lieβen, und

Die wir verpesteten, die Städte

Bewohnbar zu machen.

Ustedes, jóvenes de los tiempos venideros y

del nuevo rojo amanecer sobre las ciudades

que están aún por construirse, también ustedes

que aún no han nacido, escuchen

hoy mi voz, que muero sin gloria.

Más bien,

como un campesino que no ha cultivado sus tierras y

como un carpintero haragán que ha dejado

las tejas del techo a medio poner,

así he desaprovechado

mi tiempo y despilfarrado mis días, y ahora

debo pedirles

que digan todo lo que no se ha dicho,

que hagan todo lo que no se ha hecho, y que

me olviden deprisa, les pido, para que

mi mal ejemplo no los seduzca.

¡Ay! ¿Por qué me senté

a la mesa de los estériles, compartiendo la comida

que no habían preparado?

¡Ay! ¿Por qué mezclé

mis mejores palabras en sus peroratas superfluas? Cuando afuera

iban los indoctos

sedientos de instrucción.

¡Ay!, ¿por qué

mis cantos no provienen de los lugares donde

las ciudades se nutren, allá, donde construyen barcos?, ¿por qué

no descienden de las locomotoras del tren

veloces y viajeras, iguales al humo

que se queda detrás en el cielo?

Pues a los útiles y creadores,

mi plática

les sabe a ceniza en la boca y a tartamudeo de borracho.

Ni una palabra

tengo para ustedes, generaciones de tiempos venideros,

ni una advertencia acompañada de un dedo inseguro

podría darles, pues ¡cómo

podría conocer el camino quien

no lo ha recorrido!

Entonces a mí, que tanto he malgastado

la vida, solo me queda exhortarlos

a no respetar ningún precepto que venga

de nuestros hocicos podridos y

a no recibir

ningún consejo de quienes

así han fracasado, sino solo

a que decidan qué

es bueno para ustedes y qué los puede ayudar

a cultivar la tierra que nosotros abandonamos y

contaminamos; les queda hacer habitables

las ciudades.

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Un diálogo entre J.S. Bach y Mozart

En el número de otoño de 2018 de la revista electrónica Quodlibet me publicaron este ensayo sobre la relación entre la música de J.S. Bach y Mozart.

Sin duda, el primer vínculo entre Johann Sebastian Bach y Mozart fue la amistad entre Johann Christian Bach, hijo de J.S., y Mozart. Sin embargo, a diferencia de su padre, J.C. Bach formaba parte de una generación de músicos que eran también empresarios. Esta generación tenía ya otra sensibilidad hacia la música, habíamos pasado del barroco al periodo clásico. Ese mundo religioso del barroco, cuya música mantenía un ethos constante durante sus obras, que tenía un bajo continuo en lugar de una armonía fluctuante y en la que el contrapunto era un sello característico estaba lejos de la música del joven Johann Christian. La música clásica nos ofrecía una melodía acompañada por una serie de arreglos armónicos con variaciones rítmicas y con matices expresivos ya lejanos a la sacralidad de apenas un par de décadas antes.

Me parece que el primer momento en que podemos hablar de un diálogo musical entre J.S. Bach y W.A. Mozart fue un domingo por la mañana de 1782, en Viena. Wolfgang Amadeus Mozart tenía entonces 26 años de edad. A las diez de la mañana debía llegar a una cita con el Baron van Swieten, quien fuera el representante de la corte de Viena en Berlín y ahora era el director de la Biblioteca Real. Mozart llevaba la partitura de una obra que acababa de componer. Ésta sería la primera de unas cuantas en las que Mozart incluiría el contrapunto como el elemento central, es decir, donde se apreciaría la influencia más directa de la música de J.S. Bach. Entre ellas están el final de la sinfonía 41, Júpiter (K. 551), la fantasía para piano en Re menor (K. 397), algunas obras incompletas como la suite en Do mayor (K. 399) y la sonata para piano y violín en La mayor (K.402) así como las sonatas para piano K. 309 y la K. 475. Pero en ninguna de estas obras podemos apreciar mejor la influencia de J.S. Bach en la música de Mozart como en sus Cuartetos para cuerdas Haydn (así llamados por la dedicatoria que Mozart hiciera a su querido maestro y de los que hablaremos poco más adelante).

Esa mañana, van Swieten había invitado a un grupo selecto de músicos. Formando un semicírculo frente a la chimenea de mármol, los cuatro músicos colocaron sus partituras (Mozart tocaría la viola) y comenzaron la interpretación. Primero Mozart tocó una melodía, luego uno de los violines repitió el mismo tema pero una quinta más arriba. Entonces Mozart tocó el final de la melodía con una nota más alta, una que no correspondía a la tonalidad en la que estaban tocando y que producía una sensación de disonancia con respecto a la nota que para entonces estaba interpretando el segundo violín. En cuanto aparecieron las notas siguientes, esa sensación generó una gran expectativa. Esta disonancia sería una de las características más importantes de los cuartetos Haydn.

Al final del tema del segundo violín, Mozart y el segundo violinista siguieron tocando un pequeño dueto en el que cada uno interpretaba la segunda parte del mismo tema hasta que el primer violinista comenzó a tocar en una octava más alta de donde Mozart había comenzado. Al mismo tiempo, Mozart y el segundo violinista siguieron tocando variaciones de este tema que se entremezclaba con el del primer violín, y antes de que éste terminara de tocar el tema correspondiente, el chelista irrumpió con unas notas muy graves, de gran resonancia, y que distaban mucho de un bajo continuo. Una vez que el chelo tocó la última nota del tema inició el desarrollo de la fuga.

El barón le había pedido a Mozart que transcribiera fugas de tres y cuatro voces del libro Clavecín bien temperado de J.S. Bach. La obra que habían interpretado esa mañana era la transcripción de la Fuga no. 5 en Re mayor, del Libro II. Van Swieten había buscado manuscritos de Händel y de J.S. Bach en Berlín, porque sus obras eran prácticamente desconocidas en Viena. En su opinión, nada mejor para los jóvenes compositores que aprender esta música, transcribirla y familiarizarse con ella para crear un auténtico estilo propio. Sin tradición, no hay originalidad, decía van Swieten.

Mozart pasó varios domingos con el barón y sus músicos invitados entre 1782 y 1783 transcribiendo fugas del Clavecín de Bach. Este encuentro con la máxima obra del contrapunto produjo cambios en la concepción estructural de la música en Mozart. Como ya mencionamos, las obras en donde más se nota esta influencia son los Cuartetos para cuerdas Haydn. Estos cuartetos también son conocidos como “Disonantes” por la técnica de contrapunto involucrada en los mismos que, en efecto, genera algunas disonancias.

Cada domingo a las diez en punto voy a casa del barón van Suiten [sic] en donde sólo se toca música de Händel y Bach. Estoy haciendo una colección de las fugas de Bach, tanto de Sebastian como de Emanuel y Friedman [sic] así como de Händel, aunque no tengo tantas de él. ¿Sabes que el ‘Bach inglés’ ha muerto? ¡Qué gran pérdida para el mundo de la música![1]

Esto fue lo que Wolfgang le escribió a Leopold Mozart, su padre, en una carta fechada el 10 de abril de 1782. En una carta de enero 4 de 1783, le cuenta que sigue asistiendo cada domingo con el barón van Swieten y en otra carta, del 6 de diciembre de 1783, Mozart le pide a su padre que por favor le envíe a Viena algunas fugas de Bach desde Salzburgo.

A petición del barón, Mozart transcribió varios preludios y fugas de Bach. Como afirma David Shavin:

En estos preludios, Mozart se ocupaba del desarrollo potencial de lo que ofrece la fuga de acuerdo con lo que Bach tenía en mente. Mozart, al presentar a los otros músicos su hipótesis de cómo funcionaba la mente de Bach en este tipo de composiciones, creó una herramienta poderosa que habría de ayudarle en su propio desarrollo como compositor y, por extensión, de aquéllos allegados a él[2].

Estas transcripciones no pudieron sino revolucionar las ideas estructurales de composición de Mozart concernientes a los cuartetos de cuerda. La base de esta obra de Bach es el contrapunto, el cual es básicamente la inclusión de dos o más melodías simultáneas en lugar de una melodía y su acompañamiento. Estas melodías deben mantener su carácter autónomo al mismo tiempo que conformar una unidad mayor. Al realizar las transcripciones, Mozart tuvo que separar cada una de las voces, estudiarlas como líneas melódicas en sí mismas, analizar cómo dialogaban entre ellas y observar cómo conformaban dicha unidad. Ahora bien, debido al desarrollo de estas voces, a veces éstas entran en conflicto y crean lo que llamamos disonancias; es decir, intervalos musicales que crean una cierta tensión y exigen que ésta se resuelva. Mientras esperamos esta resolución la música genera en el escucha una sorpresa, una ligera incomodidad hasta encontrar la adecuada resolución de la disonancia.

Los Cuartetos Haydn de Mozart tienen ese nombre no sólo por la dedicatoria sino por el reconocimiento de Mozart a la obra que Haydn compuso en 1781, su Op.33; una serie de cuartetos para cuerdas que partían del estudio de las fugas a cuatro voces de Bach. Al principio de cada cuarteto hay un tema que fungirá como propuesta a desarrollarse a lo largo de la obra y cada instrumento llevará su propia manera de desarrollar esa idea. La respuesta de Mozart a esta obra fueron los seis cuartetos llamados Haydn, compuestos de diciembre de 1782 a enero de 1785 (K. 387, 421, 428, 458, 464, 465). En ellos, Mozart utilizó lo que había aprendido de las transcripciones de las fugas de Bach más lo que había aprendido de los cuartetos del propio Haydn y llevó, aún más lejos, la técnica del contrapunto en la estructura de composición de los cuartetos de cuerda. Probablemente estos cuartetos sean el legado más claro que Mozart nos dejó sobre su conocimiento y admiración por la música de J.S. Bach.

Quienes estuvieron presentes aquella mañana de 1782 afirman que el barón van Swieten le dijo a Wolfgang: “Bien, Mozart, realmente has revivido al viejo Johann Sebastian y por ello te quedaré siempre agradecido”. Nosotros también.

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[1]Fragmento tomado del libro The Letters of Mozart and His Family, Emily Anderson (ed.), London, Macmillan, 1998 (la traducción es mía).

[2] David Shavin, “Mozart and the American Revolutionary Upsurge”, en Fidelio, Vol. I, Número 4, Invierno, 1992.

La niña que se bebió la luna

Les comparto mi más reciente traducción: La niña que se bebió la luna de Kelly Barnhill (Santillana: 2017).

Portada La niña

CADA AÑO, los habitantes del Protectorado dejan a un bebé como ofrenda para la bruja que vive en el bosque. Esperan que ese sacrificio los salve del terror de la bruja. Pero la bruja del Bosque, Xan, es amable. Vive en compañía de un sabio Monstruo del Pantano y de un Dragón Perfectamente Pequeño. Xan rescata a los bebés que son ofrendados y los entrega a familias del otro lado del bosque, en el camino los alimenta con luz de estrellas.
Pero un día, Xan alimenta por accidente a una bebé con luz de luna en lugar de luz de estrellas. Al hacerlo dota de una magia extraordinaria a una niña común. Entonces Xan decide que deberá criar a la niña, a quien ha decidido llamar Luna, como si fuera suya. A medida que se acerca el cumpleaños número trece de Luna, su magia comienza a surgir con peligrosas consecuencias. Mientras tanto, un joven del Protectorado está decidido a liberar a su gente matando a la bruja. Unas aves letales con intenciones inciertas vuelan por ahí. Un volcán, que llevaba siglos dormido, ruge justo debajo de la superficie de la tierra. Y la mujer que tiene corazón de tigre anda al acecho…
La autora de la aclamada y premiada novela El niño de la bruja ha escrito una
historia de hadas épica y ejemplar, destinada a convertirse en un clásico de nuestro tiempo.

“El ritmo suave y la gran imaginación de la trama integran mil hilos para tejer una red de personajes, magia y vivas incorporadas… tejidas con maestría y encanto”. School Library Journal

“Una novela cautivadora”. Publishers Weekly

“Absolutamente fascinante”. Shelf Awareness for Readers

“Les garantizamos que con esta lectura quedarán encantados, cautivados y hechizados”. Kirkus Reviews

“Imposible dejar de leerla”. The New York Times Book Review

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La literatura como un acto y no un objeto

Terry Eagleton es uno de los críticos literarios más sobresalientes. En su libro «The Event of Literature» (2012) consolida una visión particular de la literatura y del quehacer teórico literario. Un libro imperdible para todo interesado en los estudios literarios.

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